Uno mi voz a los millones que claman por que acabe la guerra en Israel...

Salgo del silencio para hablar del Líbano.

Para muchas de personas como yo las guerras son cosas ajenas, que apenas hemos visto en películas o en los programas informativos. Incluso aunque hayamos visto el deceso de los que nos rodean, y aunque ello sucediera muy cerca, la guerra puede ser muchas cosas más que eso para quienes la padecen: terror, aflicción, pérdida, humillación, dolor, vejaciones sin fin, tortura y finalmente la muerte.

Me enferma saber de todos los asesinatos de inocentes a causa de los deseos políticos de la nación Israelita, nunca la matanza será un camino para solucionar ninguna clase de conflicto. Es simplemente la reacción irracional de animales no pensantes.

Me solidarizo con todos mis amigos que son hijos, hermanos, sobrinos y nietos de familias laguneras de origen libanés que han perdido contacto con su gente en por la guerra en Líbano. Y doy también mis condolencias a todos aquellos libaneses que siempre han sido parte de la historia de nuestra Comarca Lagunera y que se encuentran pasando por este horrible trance, deseándoles fortaleza y fe en que todo esto pronto termine.

Algunos líderes del mundo convierten en fauces monstruosas a la tierra que nos da la vida y es de todos. Es uno de los mejores y terribles talentos de los sujetos a quienes ponemos en el poder. No obstante nos quedan las alentadoras palabras del apóstol de la paz Mahatma Gandhi:

- No debemos perder la fe en la humanidad, que es como un océano; no se mancha porque algunas de sus gotas estén sucias.

Leeloo, un grito en la oscuridad.